14 de enero de 2008

DE BUTACA Y PALOMITAS...

LOS SULTANES DEL SUR



Hay que decir que se trata de una película con ritmo irregular. La tensión aparece y desaparece a lo largo de la trama con distintas intensidades. Algunas veces se trata de estresantes secuencias de persecución y escopetazos y, en el polo opuesto, de prolongados baches ocasionados por escenas cuyos diálogos carecen de naturalidad. Estos últimos se escuchan forzados e incluso sin rumbo.

Por otra parte, son notorios los gastos de producción. La historia está bien fotografiada y mucho mejor musicalizada, aspectos que hacen mucho por el cuerpo de la anécdota, que en realidad se siente ingenua, en ratos floja y afectada por situaciones inverosímiles.

Es claro que una película de acción no necesita personajes complicados. Basta con que nos digan quién se acuesta con quién y cuál de todos los protagonistas es el más mezquino, para hacernos una idea de la situación general. Sin embargo, si como ya escribía al principio, hay una intención de sorprender al público, habría que empezar por atar los elementos que servirán para lograr un desenlace efectivo. En el caso de esta película los datos resultan insuficientes para el pretendido giro de tuerca que se presenta al final.

Sultanes del Sur cumple pobremente la expectativa de una buena película de acción. Lo que sí hace es mostrarnos lo afectadas que han resultado otras industrias cinematográficas (como la de México) por el cine de Hollywood, a la hora de escribir, interpretar y producir películas de ese género. No es una buena noticia después de la agradable sorpresa que fue Matando cabos (2004) hace un par de años, dirigida también por Alejandro Lozano.

Resulta muy agradable ver las interpretaciones de Silverio Palacios y del catalán Jordi Mollà.


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